Orwell is perdiendo control sobre su cuerpo...
Cada cierto tiempo me sale un fuego en la boca. Es doloroso verle crecer. A veces hay un fuego pegado a otro. Dos puntitos blancos en medio de mi boca roja. Casi siempre al interior del labio inferior.
Durante una semana, que parece mucho más larga, no logro disfrutar totalmente de casi nada. Un beso, un rasguño de la Cora, un cabezazo del Julián, una limonada fresca, papas fritas con salsa de tomate, una empanada con ají... Antes de acostarme hago buchas de agua con sal, pero eso poco ayuda y mucha picazón produce. Escupo, sin antes hacer caras que quisiera que nadie vea. Nunca.
CAda cierto tiempo, en los confines de mi cuerpo, donde mayor placer y mayor dolor se concentran, en la cara y cruz de mi anatomía, en el epicentro mismo de la gravedad, el lugar en donde pendo de un hilo, blando como papel mojado, áspero como leña..... ahí, cada cierto tiempo, aparecen inflamaciones, extrañas, inexplicables, llenas.
No sé por qué se producen estos descontroles. No parecen justos ni proporcionales ni equitativos. Y sin embargo siento culpa. Siento una mala pasada de Alguien. Un ticket genético de sólo una vía (ida). Karma.
Orwell is espiando sin querer a sus vecinos...
Mis vecinos son Brian, un gringo pelirrojo, grande como un oso, que vive en el departamento de abajo y Connie, una señora que vive con sus dos hijas, por lo menos una de las cuales responde al nombre: Alexis (18) y que tiene, según palabras de su propia madre, un retardo parcial. La otra hija es un poco mayor y trabaja en un restaurante, en una especie de mall, cerca de la universidad. SOn buena gente. Connie y sus hijas están convencidas de que me llamo Cory.
COmpartimos lavadora y secadora y a veces me encuentro con su ropa mojada o seca. Entonces me toca moverla como si se tratara de montones espesos de césped recién cortado que debo apilar en un rincón.
A veces miro por la ventana y están llegando, o partiendo. Brian en su moto o COnnie en su mini sedan. Puede que nuestras miradas crucen, puede que hagamos el gesto internacional de "hola, estoy siendo amable".
Brian llega tarde. Tipo 12 o 1. Y prende la ducha y abre las puertas de su closet. Connie tiene un horario variable, tiene dos trabajos, uno de cajera en un supermercado y otro de mesera/cajera en un restaurante griego. A veces están conversado, a veces están viendo tv, a veces no están.
Connie vive al lado nuestro. Debe escuchar un montón los gritos, los llantos, las risas de cierto tiranosaurio. No parece importarles mucho, no se quejan, somos amables.
HOy en la mañana me parece que el JUlian timbró su puerta y les dejó una botella vacía de shampoo en la puerta. Me parece que jugaba a que era el cartero. Luego le vi llorando porque Connie había botado la botella vacía de champú al basurero. Yo no sabía nada de lo que había pasado y salí. Me encontré con la Connie y le dí el viejo "estoy siendo amable" pero ella solo me miraba un poco extrañada, soltó un "estoy siendo amable" entredientes.
Saqué el shampu del basurero, porque ese tipo de cosas hacen los papás por sus hijos a diario, y tras unas breves interrogaciones me dí cuenta que el julián había estado jugando una variente del juego del cartero que incluía el tradicional "ring, ring, corre, corre". Quién sabe cuántas veces les había timbrado la puerta.
Orwell is pensándolo dos veces...
Y hasta más de 2 veces. En esta ocasión va más allá de mi indecisión natural. De mi eterno devaneo acerca de por qué me gustan las cosas que me gustam? Por qué no me pueden gustar otras? Qué hago con todo esto que me gusta? Qué hago con todo lo que me podría gustar?.. Más allá de eso.
Estoy pensando acerca de qué escribir, lo que en mi caso se traduce en ¿Qué quieres hacer con el resto de tu vida?
Y francamente, no sé sobre qué quiero escribir (se me ocurren algunas cosas), pero nada concreto, ni en un idioma particular.
Orwell is desconfiando de los arquitectos...
Orwell is considerando a la langosta...
Orwell is sleepless en seattle...
Orwell is esperando el milagro...
Orwell is pateando el suelo...