Soy una de esas personas que escribe en su diario al llegar a casa. No voy hacer así para siempre.
Ahora estoy sentado en un lugar diferente. Escuchando música que no había escuchado antes. En casa. Rodeado de cosas familiares. Pero de alguna manera alteradas.
Se llama redecoración. rediseño, cambio. La martu hoy se levantó y redecoró la casa. Suele ocurrir. No sé muy bien cómo será el proceso. Ella lo hace parecer muy espontáneo. Casi accidental. Pero sabe lo que hace. Hoy día movió un par de muebles. Colgó un par de fotos en las paredes. Nos reubicó como ente social. Como núcleo dentro de pequeñas células combinadas. Parte perdidad de ese pequeño organismo el planeta. Apenas un glóbulo de sangre. De lo más grande. Esa cosa. Se siente bien.
Hoy me encontraba agobiado por el entorno. Las revistas de farándula. Los títulos interminables. Tanta gente haciendo tantas cosas. El centro de la civilización occidental. Y yo tan pequeño. Haciendo cosas al azar. Tan insignificante y sin futuro. Tan perdido. Helpless.
Pero llegué a casa y mi casa era una casa. Una casa. Los papelitos que recogo de la calle estaban colgados de las paredes. Mis objetos robados. Mi colección de artefactos de ciencia.
EL julián y yo salimos a caminar el otro día. El decía:
"¿Quién hizo las vacas, papi?"
"Las vacas hacen muuu, mi amor."
"¿Muu?"
"Sí. Muu."
"No. ¿QUIÉN hizo las vacas? ¿El Dios?"
"¿EL Dios?"
"¿La Dios-a? Hay dioses y diosas, no es cierto, papi?"
"Si, mi amor. Yo creo que sí."
"Y unos dioses pusieran a las vacas aquí."
Después nos cayó una tormenta. Pero esa historia es mía.
