20.3.09

Dominio

Abro la puerta de mi casa. Son las 11 pm. Sólo la luz de la sala está prendida. Pero la martu no está ahí. La cora gira y gira y cae al piso. Me ve y se ríe. El Julian sale del oscuro pasillo que conduce hacia los dormitirios. Lleva puesto un casco de caballero. Y carga algo que pasa por una espada de juguete. La martu no está en la cocina. Ni en el comedor. Por segundo me imagino que estos dos niños están en su propio dominio. Nadie les dice qué hacer. Es su espacio. Y por un segundo es así. Tengo el raro privilegio de entrar en un espacio al que normalmente no tengo acceso. Así es cómo se ve mi casa cuándo yo duermo. Y ellos están despiertos.
Pero la martu en realidad sólo está echada, con las luces apagadas en el cuarto del julián.
"Se me escaparon este segundo" me dice. Sin quitar su cabeza de la almohada. Con una gran sonrisa. Empieza la noche.

Hoy no le llevamos a la Cora a la guardería. Se quedó con nosotros en la casa. Hoy el Julian se fue a donde su amigo Marco después de la escuela. Le fuimos a recoger a las 5 y 30. Habían jugado toda la tarde. Estaba rojito y sudoroso. Completamente metido en el juego. Sin tantas ganas de irse pero tampoco molesto de que ya sea hora. Conversé con María y Henry, los padres de Marco. nos despedimos de ellos. Grandes abrazos entre los dos pequeños.
En el carro de regreso el julian decía "El marco es mi mejor, mejor, mejor, mejor, mejor, mejor, mejor, mejor, MEJOR, amigo... ustedes sólo son mis mejores amigos." algo así. Manejamos por el arboretum, el jardín japonés. árboles inmensos de lado y lado. escuchando musica clasica. los dos se quedaron dormidos.


unas horas despues estaba viendo el primer partido profesional de los seattle sounders, el equipo de fútbol local cuando el julian se despertó de su siesta un poco malhumorado. Quería comer? no, no quería comer. quería seguir durmiendo? tampoco. No quería nada. y tampoco quería ver el partido de los Sounders. Lloraba y lloraba. "Si cambio el canal vas a estar más tranquilo?" le pregunté. "Sí." me dijo así que cambié y cambiè. Pero no quería ver nada. Volví a poner en el fútbol. Lloró más. Sólo unos clips viejos de Luciano Pavaroti en PBS le tranquilizaron. Pavaroti jugaba con la música y el julian se quedó quietito, Lágrimas en sus ojos. Rostro triste pero hipnotizado.

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