30.3.07

8

Las esculturas vivas del julian se han hecho cada vez más complejas. Al principio apilaba pequeños bloques de madera uno encima de otro con precisión y encanto. Es hermoso ver a un niño concentrado en algo tan sereno. Un día me sorprendió porque colocó objetos al borde de mis zapatos. Y me pidió que no me mueva. Puso bloques de madera. Lápices. Adornos de la mesa. Libros. Formando figuras a mis pies. Se alejaba y miraba como un artista que toma distancia de su obra. Regresaba y cambiaba una o dos piezas. Todo con seriedad y encanto (awe, en inglés, es la palabra que busco). Luego de un rato desarmó la estructura y me dio permiso para moverme. Algunos días después observé que hacía lo mismo con alguien más, no recuerdo quién. Prometo registrar más sobre este tema.

Etiquetas