En la lista de ayer me olvidé de algunas cosas:
Las chicas apretadas con jeans apretados
Los chicos con barbas
Las chicas con licra
Los ciegos
Los delirantes mentales
Los pie planos
La gente acompañada de sus papás
Los que hablan más de un idioma
Hombres con chaquetas de la guerra civil
Las chicas con plumas en el sombrero
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Ahora bien. Ayer pasé un buen rato con ella. Es tan raro que estemos solos los dos pero no infrecuente. Caminamos juntos, bajo la lluvia de Seattle. Le llevé a comer pedazos de manzana, que yo mismo pelé usando mis dientes. Y luego caminamos un poco por alamcenes trendies, yo mirando revistas de arte y literatura, ella haciendo una siesta. EN las mañanas, en la casa, a veces también gozo de este privilegio, de estar con ella y nadie más, y es común que lo sepa aprovechar, pero no con frecuencia. Ella, torpemente y suavemente, busca su camino, levantando objetos y moviéndose, una brazada a la vez. En varias ocasiones encuentra cosas que le llaman la atención, y las sigue durante algún rato, pero en ella nada es permanente, no hay obsesiones, ni destrucción, no hay deseo. El mundo llega hasta un poco más arriba de sus orejas. Se mueve como cienpiés.
Su lengua le distrae. Balbucea una sílaba sencilla y la repite en diferentes volúmenes. Tiene la suerte de no conocer más. Quizás lo único que le aflije, cuando está en un estado de entretenimiento y relajeo, es saber que hay alguien cercano, cerca. De tanto en tanto quita su mirada de una esfera, un sólido, una molécula de gas resbalándose y me busca a mí, que pocas veces sé aprovechar lo que tengo.
En su cara tiene unos pelos puntiagudos tapándole la frente, los ojos redondos y bien abiertos, cachetes desbordantes y labios diamantales.
Suelta su sílaba y no se lamenta.
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Por otro lado, ayer viernes fuimos al Templo Metodista en la Universidad. No íbamos allá para profesar nuestra fé, sino para escuchar a un escritor que es muy querido, muy importante para mí.
Llegamos y el ambiente estaba valiente. Hacía frío afuera y calor adentro. Había vitrales nuevotestamentarios y una pantalla grande al lado del púlpito. La gente estaba emocionada. Repartieron unas hojas que yo podría dejar de llamar "fichas nemotécnicas" pero lo sigo haciendo, y en ellas teníamos que anotar preguntas para el distinguido auctor.
No le pensé mucho, (el hombre con barba al lado mío, muy simpático, anotaba una pregunta compleja acerca del arte de contar historias) más bien me dije a mí mismo, "algo sencillo". Tomé un lapiz y ¿¿qué es lo que le pregunté a este autor tan fundamental, tan querido por mí y por millones de jovenes, adultos y niños???
BUeno lo hice por uds, mis hipócritas lectores, mis hermanos y hermanas, compañeros de esta peligrosa travesía por la paternidad y el arte, le pregunté a Neil Gaiman si el consideraba que los niños saben más que los adultos (Do kids know more than adults?) luego acompañé esta interrogante de un pd. o ps. "My kid, Julian (4yrs.) likes it when the wolves come out in Wolves in the Walls")
Y el show empezó. Salió Neil y leyó un capítulo de su último libro "The GRaveyard Book", la odisea de un niño de dos o tres años que luego de ver el asesinato de sus padres se escapa de los asesinos, gateando (sí!) hasta un cementerio. Ahí es criado por una familia de muertos que le enseñan algunos trucos y demás...
Luego mostraron un corto de la próxima versión cinematográfica de Coraline, hecha en animación stop motion y filmada en 3D, por el mismo director de "NIghtmare before christmas". También se nos contó que Stephen Merrit de la banda Magnetic Fields, está preparando una versión en musical de la misma novela para jovenes adultos. COraline... sí sí, lo sabía y lo contemplé cuando nacía la Coraluna. pero todavía no he leído el libro. (Ayer lo compramos con la martu, a manera de recuerdo de la velada).
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Neil es un lord inglés. Para alguien como yo, que venía a encontrarse con el señor de los sueños, esto fue una gran decepción. Es más bajo de lo que parece en las fotos de sus libros. Estaba de negro, con una chompa de cuero vieja. Estaba canoso y con barba de tres días. Sandman se escribió hace más de quince años. Neil Gaiman ya no es el mismo, como el mismo Dream, parecería, tuvo que morir o cambiar, y existen ciertos límites a cuánto puede cambiar algo como él. Así que ese Neil murió.
De hecho, el hombre que presentó a Neil confesó haber leído todo menos Sandman.
Ahora Neil es el novelista best seller, que hace giras presentando sus nuevas conquistas y es tratado como a una estrella de rock. No obstante. El ambiente estaba valiente y fue hermoso estar ahí, ver a las mujeres con plumas en su sombrero, a los hombres con chaqueta de la guerra civil, a las familias de neogóticos y a los comic book nerds, (sí!)y escuchar los gritos que salían de las butacas, los mensajes personales al que alguna vez fue el creador de Destino, Destrucción, Delirio, dy dos demás....
Luego de ver el trailer, Neil empezó a contestar las preguntas. Valga la aclaración obvia de que la Martu y yo pasamos mucho tiempo apaciguando el desinterés y la inquietud de nuestros pequeños descendientes, en una salita del Templo Metodista.
Aguantamos y aguantamos. Revisamos todos los libros en el extenso catálogo de Neil. Libros de niños, jóvenes y adultos, los dibujos de su eterno colaborador Dave Mackean. Adentro, Neil daba vuelta a las fichas nemotécnicas y hablaba (todo el mundo se reía de sus chistes típicamente británicos que no siempre eran tan buenos). Contestó una pregunta que también me hubiera gustado hacer a mí: "¿Cuál es tu animal prehistórico favorito?" Pero no contesto la mía, la nuestra. No en público. La velada terminó con más aplauso, excesiva idolatración a quien ya no es Neil Gaiman sino un dandy de la literatura y las casas editoriales. Que pena por nosotros, pero qué linda velada.
Regresamos como siempre, en el bus 75 hasta nuestra casa en la punta de Arena. Eran ya las 10 pm, sino más. Comimos pollo y canguil.